Este es el ejemplo de una muchacha que sonríe para que pase inadvertido su dolor.
Le gusta la música, el canto, los bailes populares. La sardana la baila como ninguna. Y sobre todo le gusta el contacto directo con la Naturaleza. Tiene diecisiete años. Le encantan las excursiones. Su alegría es contagiosa. A su lado nadie puede estar triste.